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¿Es arte o es una broma cara?

  • Foto del escritor: Studio Bas Architects
    Studio Bas Architects
  • 19 nov
  • 8 Min. de lectura

Reflexiones para Art Basel sobre definición, mercado y silencio crítico


Sean Zanni- Getty Images
Sean Zanni- Getty Images

1. Por qué volver a preguntar “¿qué es arte?” justo antes de Art Basel


En unas semanas Miami volverá a ser el epicentro del mundo del arte: Art Basel Miami Beach 2025 reunirá casi 300 galerías de más de 40 países, miles de obras y un ejército de coleccionistas, curadores, celebrities y gente que “no quiere quedarse fuera de la foto”.

En ese contexto, reaparece siempre la misma pregunta incómoda:


¿Esto es arte… o solo es una operación de marketing con buen catering?


La duda no es nueva, pero se ha vuelto más aguda a medida que el mercado ha convertido algunas piezas conceptuales en símbolos de especulación: el ya célebre plátano pegado con cinta a una pared, la fuente-urinario de Marcel Duchamp, ciertas instalaciones que parecen más un meme que una experiencia estética.


Este texto quiere servir como una especie de “manual de autodefensa estética” para quien camina por los pasillos de Art Basel (o de cualquier feria) y siente que algo no le cuadra pero no se atreve a decirlo.


Yves Klein: La révolution bleue
Yves Klein: La révolution bleue

2. Definir el arte: entre la teoría y la trampa de “todo vale”


La definición “oficial” de arte suele sonar así: actividad humana que interpreta lo real o imagina lo posible con medios plásticos, sonoros o lingüísticos (versión RAE, resumida). Es correcta… pero tan amplia que permite que casi cualquier cosa sea llamada arte si alguien lo declara como tal.


La filosofía contemporánea del arte ha intentado afinar un poco más. Hay tres grandes enfoques:


Teorías estéticas

El arte se define por ciertas cualidades formales: composición, armonía, proporción, manejo del color, del material, etc.

Bajo este prisma, una obra debería tener densidad sensorial: algo que, aunque no se entienda el discurso, hable por su forma.


Teorías expresivas y simbólicas

El arte es aquello que expresa algo: una emoción, una idea, una crítica.

Aquí, una obra puede ser formalmente sencilla, pero conceptualmente potente.


Teorías institucionales (Danto, Dickie)

Una cosa es arte cuando el “mundo del arte” (curadores, críticos, museos, ferias) la legitima como tal.

Es la famosa idea de que un objeto idéntico puede ser arte o basura según dónde y cómo se presente.

El problema es que, si se adopta solo la teoría institucional, basta con que una pieza entre a una feria de alto perfil para convertirse automáticamente en “arte”, aunque estética o emocionalmente no diga nada. Es la puerta por la que entra el plátano con cinta.


Marcel Duchamp en el Museo de Arte Moderno de San Francisco
Marcel Duchamp en el Museo de Arte Moderno de San Francisco

3. Duchamp y la fuente que abrió la caja de Pandora


En 1917, Marcel Duchamp toma un urinario comercial, lo gira, lo firma como “R. Mutt” y lo presenta como obra de arte con el título “Fountain”. La pieza es rechazada y desata uno de los escándalos más famosos de la historia del arte.


¿Qué hizo Duchamp?

  • Negó la idea de que el arte se define por el oficio manual.

  • Dijo, en la práctica: “el arte puede ser un gesto, un contexto, una decisión”.

  • Golpeó directamente a la élite: “Si ustedes dicen que aceptan cualquier obra, acepten esto también”.


“Fountain” es anti-estética en el sentido clásico, pero sí tiene un contenido potente: cuestiona las reglas, el objeto sagrado, el papel del artista como genio. Desde ahí nace una línea de obras ready-made que abrirán las puertas para que, décadas más tarde, un plátano pegado a la pared pueda, al menos, ser discutido como arte.

Duchamp no mató la estética, pero sí la descentró. Desde entonces, la idea empezó a pesar tanto como la forma.


Maurizio Cattelan's Comedian.
Maurizio Cattelan's Comedian.

4. Cattelan, el plátano y la burla millonaria al mercado


En 2019, dentro de Art Basel Miami Beach, el artista italiano Maurizio Cattelan presenta una obra titulada “Comedian”: un plátano real, pegado con cinta adhesiva plateada a una pared blanca. La pieza se vende en la feria por unos 120.000 dólares y se vuelve viral a escala global.


Pero la historia no termina ahí:

  • En 2024–2025, una edición de “Comedian” se subasta en Sotheby’s por más de 5–6 millones de dólares, adquirida por un empresario cripto.

  • Varios “performers” se comen el plátano en público, y la obra sigue considerándose intacta porque lo que realmente se vende es un certificado de autenticidad e instrucciones sobre cómo instalar un plátano cualquiera.


Cattelan ha reconocido abiertamente que la pieza es una provocación sobre el valor del arte y la lógica del mercado contemporáneo.


En este contexto, muchos críticos coinciden en una lectura clara:

  • El plátano en sí no es estético (no hay composición, proporción, oficio material).

  • La “obra” está en el gesto y en la crítica: mostrar lo absurdo de un sistema capaz de pagar millones por algo deliberadamente banal.

  • Paradójicamente, el artista demuestra que el sistema está roto usando el propio sistema.


¿Es arte?

  • Según la teoría institucional: sí. El mundo del arte lo acepta, lo compra y lo exhibe.

  • Según un criterio estético clásico: no. El objeto por sí mismo carece de valor formal.

  • Según una lectura crítica: es arte como sátira del propio arte, y precisamente por eso resulta tan incómodo.


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5. Psicología del público: por qué la gente finge entender lo que no siente

Hay una escena muy común en ferias y museos: personas que miran una obra, no la entienden, no les gusta, pero aun así dicen “wow”. No se trata solo de pose; es un fenómeno estudiado por la psicología social.


Varios conceptos ayudan a explicarlo:


5.1. Ignorancia pluralista

La ignorancia pluralista describe situaciones en las que la mayoría de las personas no está de acuerdo con algo, pero cree que los demás sí lo están. Entonces calla y se adapta.


Aplicado al arte:

  • Muchos visitantes pueden pensar internamente: “esto es una tontería”.

  • Pero, al ver a otros posar para fotos, leer el texto curatorial con seriedad o saber que la obra costó millones, concluyen: “el raro debo ser yo”.

  • Resultado: nadie dice nada; todos refuerzan la ilusión de consenso.


5.2. Experimentos de conformidad de Asch

En los años 50, Solomon Asch demostró que personas inteligentes eran capaces de afirmar que una línea corta y una línea larga medían lo mismo, solo por no contradecir al grupo. En sus experimentos, alrededor de un tercio de las respuestas fueron erróneas por pura conformidad, y el 74–76 % de los participantes se alinearon con la mayoría al menos una vez.


En entrevistas posteriores, muchos declaraban:

“Sabía que estaban equivocados, pero no quería parecer diferente.”

Es prácticamente lo que ocurre frente a ciertas obras “intocables”: se obedece al ambiente, no a la propia percepción.


5.3. Efecto de prueba social y bandwagon

El social proof o “prueba social” es la tendencia a copiar el comportamiento de otros cuando no se está seguro de qué hacer.

El bandwagon effect es la versión extrema: sumarse al carro de lo que todo el mundo parece aprobar, incluso sin evidencia real de que eso tenga valor.


En una feria de arte:

  • Si hay una pequeña multitud mirando algo, sacando fotos y comentando, ese simple hecho ya aumenta la sensación de valor.

  • Pocas personas se atreven a decir en voz alta: “a mí esto no me dice nada”.

  • Se genera una especie de burbuja performativa: admirar, o al menos simular admiración, se convierte en parte del juego social.


Detrás de esa cadena de miradas hay una mezcla de miedo al ridículo, necesidad de pertenecer y temor a admitir que, tal vez, el emperador está desnudo.


Izquierda: «Por el amor de Dios», Damien Hirst (2007). Derecha: «La persistencia de la memoria», Salvador Dalí.
Izquierda: «Por el amor de Dios», Damien Hirst (2007). Derecha: «La persistencia de la memoria», Salvador Dalí.

6. ¿Entonces qué hace que una obra merezca llamarse arte?


No existe un consenso absoluto —si lo hubiera, este debate no tendría sentido—, pero sí es posible proponer criterios de evaluación más técnicos que ayuden a separar la simple ocurrencia de la obra con verdadera densidad artística:


Intención y claridad conceptual

¿La obra plantea una idea articulada o se queda en el chiste fácil?

Duchamp pone en crisis todo un sistema; Cattelan critica el mercado. Muchas piezas imitativas solo repiten la fórmula sin añadir reflexión.


Lenguaje formal y composición

Incluso en el arte contemporáneo importan la relación entre vacío y lleno, proporciones, ritmo, color, escala, materialidad.

Una buena obra se sostiene aunque se silencie el texto curatorial.


Oficio y conocimiento del medio

No se trata de virtuosismo académico, pero sí de un mínimo dominio del material, sea pintura, video, instalación o arquitectura.

Una obra puede ser conceptual y, al mismo tiempo, impecable en su resolución espacial, de luz, de sonido, etc.


Coherencia entre forma y contenido

Si el discurso habla de fragilidad, violencia o memoria, ¿la forma lo encarna o lo contradice?

En una buena obra, lo que se dice y lo que se ve tiran en la misma dirección.


Capacidad de resistencia al tiempo

Más allá del hype del momento, ¿la pieza tiene capas de lectura que puedan seguir siendo relevantes dentro de 10, 20 o 50 años?

“Fountain” o ciertas obras de Rothko, Serra o Kiefer siguen abiertas a interpretación décadas después.


Impacto sensible

Aunque el espectador no conozca toda la teoría, algo en la obra lo mueve, lo incomoda o lo obliga a pensar.

Esa conexión no suele aparecer en piezas creadas únicamente para generar polémica o subir precios.

Desde esta perspectiva, no se trata de afirmar en blanco y negro “el plátano no es arte y el Guernica sí”, sino de recuperar el derecho a evaluar, a usar criterio y decir:

“Esta pieza me parece una reflexión genuina y poderosa,y esta otra es un chiste caro sostenido por una estructura de marketing.”


Los visitantes se concentran en una de las salas de la última edición de Art Basel Miami Beach.
Los visitantes se concentran en una de las salas de la última edición de Art Basel Miami Beach.

7. Otras polémicas: entre provocación y profundidad


La historia reciente del arte está llena de obras controvertidas: crucifijos en orina, vírgenes hechas con estiércol, animales en formol, entre otras. Muchas han generado escándalo, protestas e incluso censura.


Algunas de ellas, con el tiempo, han demostrado:

  • Tener un discurso articulado sobre religión, política, violencia o identidad.

  • Un trabajo formal y conceptual sólido, más allá de la provocación inicial.


Otras, en cambio, parecen haberse desinflado una vez pasado el ruido mediático:

  • No dejaron lenguaje propio, ni escuela, ni reflexión profunda.

  • Fueron, en cierto sentido, fuegos artificiales conceptuales.


La clave vuelve a estar en diferenciar provocación con propósito de provocación vacía.


8. Art Basel como escenario y como síntoma


Art Basel Miami Beach concentra de forma extrema todos estos fenómenos:

  • Grandes obras con verdadera densidad artística.

  • Gestos irónicos que critican el propio sistema.

  • Piezas que parecen existir solo para alimentar la conversación de cóctel y la nota de prensa.


Por eso tiene sentido que este artículo nazca a las puertas de la feria: no para demonizar el evento, sino para recordar que, detrás del brillo, sigue siendo legítimo —y necesario— pensar, cuestionar, discrepar.


Cuando se camina por los pasillos de Basel, conviene recordar:

  • Nadie está obligado a aplaudirlo todo.

  • No hace falta un doctorado para decir “esto no me convence”.

  • La honestidad estética vale más que cualquier etiqueta de precio.


9. Una invitación personal: volver a mirar con criterio propio


Desde la arquitectura, el arte no es solo un objeto que se cuelga, sino también un espacio que se habita.Una obra de arquitectura, igual que una buena obra de arte, debería sostenerse en:

  • Coherencia estructural.

  • Claridad espacial.

  • Emoción real, no impostada.


Ese puede ser uno de los grandes aportes de la mirada arquitectónica al debate contemporáneo sobre el arte: recordar que la verdadera obra —sea un cuadro, una instalación o una casa— no necesita esconderse detrás de un texto incomprensible ni de una cifra obscena.


Su fuerza está en lo que transmite cuando el espectador se queda a solas con ella.


El arte no debería pedir que se finja.

Debería invitar a mirar de verdad.


Julio Lau

Studio BAS Architects



 
 
 

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Ivan Tei
19 nov
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Un artículo para reflexionar

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